El madurismo odia a las universidades

La lucha universitaria es de todos, al menos todos los que queremos un mejor país.
Hacerse el desentendido con la actual crisis universitaria es apoyar las claras intenciones gubernamentales de asfixiar las universidades autónomas para impulsar sus mal llamados centros educativos.

La supuesta «revolución» siempre odió la Universidad, la institución seria, la pensante, la que genera pensamiento crítico.
La «gafoide» arrodillada es la que quiere, es la que necesita, la que ayuda y hace que crezca.
Una sociedad que sepa algo de historia y tenga cultura no podría nunca apoyar algo como el socialismo del siglo XXI, la corrupción galopante-descarada, la violencia y al mismo tiempo se habría dado cuenta de cómo Venezuela increíblemente perdió una oportunidad valiosa con la bonanza petrolera de los últimos 14 años.
Los gobiernos que esclavizan instituciones necesitan que las nuevas generaciones sean formadas bajo su nefasto pensamiento, así se garantizan el poder y que su élite siga teniendo el monopolio a la hora de repartir la renta petrolera.

En Venezuela se ha puesto de moda la estupidez de que a más educación un mejor país, ¿realmente tener más «universidades» implica un mejor país?, obviamente no, lo importante es la calidad de la enseñanza y claramente las instituciones universitarias públicas creadas en los últimos años no cumplen con ese vital requisito.
El objetivo de la creación de universidades por parte del Gobierno es generar una generación fiel al líder y su obra, no profesionales competitivos, y donde la política es el filtro y razón de pertenencia.

En Venezuela hemos visto como un profesor Titular (profesional, con estudios de postgrado y años de experiencia) pasó de ganar en 1982 16 salarios mínimos, a 1997 25 salarios mínimos, para luego descender a ganar menos de 3 salarios mínimos en 2013.
¿Cómo es posible que ese profesor se mantenga actualizado, tenga incentivos a investigar, a dar cada día mejores clases y mantener a su familia con esa miseria?,
¿ese salario crea incentivos para que otros compitan con él por el cargo de profesor?.
La intención gubernamental de alejarlos de la academia es clara, sin importar que eso signifique una pérdida de bienestar para el país (el poder justifica los medios).

Todos quieren los mejores profesores para sus hijos, muy pocos o nadie quiere que su hijo sea profesor. Esa es una de las tantas tristes realidades de este pobre país.
$700.000 millones de exportaciones petroleras en 14 años y tenemos a nuestros profesores universitarios con sueldos de hambre,
¿eso es socialismo o enfermedad de poder?
Este es sin duda el peor gobierno de la cuarta república.

Luis Oliveros B. | EL UNIVERSAL
lunes 17 de junio de 2013

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